EL WHITNEY: UN MUSEO QUE HABLA CON LA CIUDAD.
Cuando te acercas parece una fábrica más del Meatpacking Disctrict de Nueva York, como otros edificios industriales que le rodean. Sus paredes asimétricas de acero color gris azulado pálido nos hacen suponer que en cierta manera es un homenaje que el arquitecto Renzo Piano quiso rendir a esa parte industrial de la ciudad, porque todo en el gran edificio de acero habla de y con Nueva York, con sus ríos, con los edificios que le rodean, con la estatua de la Libertad que se ve a lo lejos, con los impresionantes atardeceres del otro lado del río Hudson, con el Empire State y el nuevo 1WTC.
Siempre estás rodeado de río o de mar, porque está ahí cerca, y se puede sentir. Es como un gran edificio portuario con un cierto aire marinero pensado para observar desde sus múltiples terrazas y sillones, orientados hacia los grandes ventanales, la entrada y salida de barcos constante. Y a la vez siempre estás rodeado de arte, desde las sillas, hasta los ascensores del artista Richard Artschwager.
Según el propio Renzo Piano: "el diseño del nuevo museo surge de un estudio detallado de las necesidades del Whitney y de una respuesta a un lugar extraordinario. Queríamos aprovechar su vitalidad y, al mismo tiempo, mejorar su rico carácter. El primer gran gesto, entonces, es la entrada en voladizo, que transforma el área exterior del edificio en un espacio público grande y protegido. En este lugar de reunión debajo de High Line, los visitantes verán a través de la entrada del edificio y las ventanas grandes en el lado oeste el río Hudson. Aquí, de una sola vez, tienes el agua, el parque, las poderosas estructuras industriales y la emocionante mezcla de personas, unidas y enfocadas por este nuevo edificio y la experiencia del arte ".
Unos 4.650 metros cuadrados de espacio para galerías se distribuyen en los niveles cinco, seis, siete y ocho, el quinto nivel cuenta con 1.670 metros cuadrados de galería sin columnas. Esta galería está reservada para exposiciones temporales y su gran volumen permite exponer grandes de arte contemporáneo. La colección permanente se exhibe en las dos plantas más alta, en los niveles seis y siete. Estos dos pisos tienen las mejores vistas de la ciudad con 1.200 metros cuadrados de terrazas llenas de esculturas al aire libre.
Renzo Piano está en la Champions League de los arquitectos que mejor crean espacios públicos en el mundo, y lo sepan o no los ciudadanos él consigue con sus diseños mejorar su calidad de vida cívica. Es un arquitecto que, aunque de entrada no lo entiendas, como pudo pasar con el Centro Pompidou del Beaubourg de París, te enriquece nada más acercarte, te enriquece pasear alrededor, vivir alrededor y no digamos ya si entras en su interior. Y aquí pasa igual, desde que entras en su "piazza", como él llama al gran hall, ya te sientes reunido, congregado, en comunidad y merodeas como harías en cualquier plaza del mundo. Una forma magistral de innovar creando ciudad en torno a la cultura, creando belleza sin olvidar la forma y la función del edificio.
Es un edificio industrial raro que habla de belleza, poesía de la arquitectura, arte y ciudadanía que las disfruta. Habla de la experiencia de la alegría en paz y colectividad. Y aunque su industrialidad puede desorientar al principio nada podría ser una arquitectura más amable y sincera, despojada de adornos innecesarios, primitivamente monumental.
Un edificio nuevo, que alberga el arte más contemporáneo y que al mismo tiempo nos habla del pasado y la memoria de un lugar de una manera hipnotizante que abruma silenciosamente a quien, expectante, invade sus muros por primera vez y disfruta de todo: ciudad, contenedor y contenido.
Dulce Xerach
15 de abril de 2018-04-14
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