miércoles, 25 de noviembre de 2015

7 COSAS QUE DESCUBRÍ ESCRIBIENDO MI PRIMERA NOVELA NEGRA.



1.- Lo primero que he descubierto es cuán feminista soy, mucho más de lo que ya sabía que era. Tener un personaje femenino protagonista, una mujer policía, que hace lo que le gusta, es una de las cosas más liberadoras que he tenido la oportunidad de hacer. Siempre he sido una mujer independiente. Pero la fuerza de María Anchieta, protagonista de mi primera novela Robo en Sao Paulo, me inspira y me hace mejor persona. Ella es mejor que yo. Me gana. Es una sensación extraña.



2.- He desarrollado una fascinación por todo tipo de armamento. Pero sobre todo el poco habitual, aquellos objetos cotidianos que podrían ser utilizados como armas. Desde un pica hielos hasta una tostadora o una plancha para el pelo. Terrible la cantidad de cosas que pueden ocurrírsele a uno. Espero que los criminales sean menos creativos.

3.- No puedo leer otra cosa que novelas negras, detectivescas o policiacas. Siempre he leído vorazmente y ampliamente. Pero cuando estoy inmersa en la escritura de un crimen, no puedo leer nada donde los personajes no estén en peligro inminente. El resto de la ficción y ensayo lo dejo para cuando no estoy en proceso creativo (esto se repitió durante la escritura de la segunda novela de la inspectora María Anchieta, Asesinato en una playa de Londres).


4.- Escribir una novela negra es una excusa para pasar horas viendo series policiacas en la tele. Esa distracción parece convertirse en trabajo pero sigue siendo muy placentera sobre todo si aprovechas para tomarte una copa de vino mientras tanto.

5.- Tengo una mente audiovisual. No lo había pensado hasta que me lo dijo mi editor, pero es así. Tal vez debido a mi larga historia como amante del cine me encontré  escribiendo siempre con imágenes de lugares y actores en la mente.  Escribo, sin querer, pensando en el cine, en ver a mi María Anchieta en la gran pantalla cual James Bond.

6.- Caminar es la mejor terapia para encontrar la inspiración. Salía a caminar una hora diaria mientras escribía Robo en Sao Paulo y a veces me encontraba casi murmurando los diálogos con el peligro de parecer estar un poco loca pero si se controla un poco el ensimismamiento es un ejercicio perfecto para la creación literaria, y además hace que tu cuerpo no se resienta de estar tantas horas sentada ante el ordenador.

7.- Necesito repasar la novela una y otra vez, capítulo a capítulo, y tengo que reconocer que es en esos repasos cuando mejora y coge consistencia.


Dulce Xerach


1 comentario:

Gonzalez C dijo...

Me encanta Dulce, a más de un impertinente que se cree que sabe de todo estaría bien aplicarle parte del armamento que propones, je,je por ejemplo, un poquito de plancha del pelo no les vendría mal. A ver si al menos estudian algo, aunque sea FP.