En qué medida los paisajes
descritos por los escritores de novela negra son ciertos es algo que me
pregunto constantemente y algo para lo que voy buscando respuesta. Por ejemplo,
cuando Maj Sjöwall y Per Wahlöö nos describen la Suecia de los años 60 y
70 en sus novelas sobre el detective Martin Beck podemos ver una Suecia
desconocida para los europeos del sur, pero por otro lado, un reflejo de gran
parte de nuestros problemas de hoy día en España, Italia, Grecia.
Maj Sjöwall y Per Wahlöö
describen por ejemplo, cuando En 1967, al principio de verano en Estocolmo, se
cometen una serie de asesinatos donde las víctimas son niñas entre 9 y 11 años,
que son violadas y después asesinadas. El caso surge justo en medio de
otro caso de menor entidad pero que estaba preocupando a la población
sobremanera, el caso de un ladrón que atacaba de forma violenta a sus víctimas
en los parques públicos de la ciudad.
Foto de Maj Sjöwall y Per Wahlöö
Maj Sjöwall y Per
Wahlöö siempre se caracterizaron por denunciar la pasividad de la sociedad
sueca en la que vivían. Describen escenas burguesas que nos dejan un el
reflejo de una sociedad a la que no parece importarle mucho lo que le ocurra al
otro.Destaca también el retrato que hacen de una juventud desencantada, que
busca consuelo en las drogas. No me digan que no es tal y como hoy en los
países del sur de Europa.
En otra de sus novelas, “Asesinato
en el Savoy” (1970) la historia que cuentan se convierte en un
pretexto claro para la crítica evidente de una sociedad sueca desgastada por el
crimen. Una clara muestra de novela social donde los escritores cargan contra
el capitalismo, las grandes empresas que lo controlan todo confabuladas con un
estado corrupto. Sus trama excelente sobre la corrupción y la brutalidad
policial de la sociedad sueca de la época de los setenta nos enseña la
vertiente más amoral de una sociedad en descomposición.
Sin
embargo, también hay tiempo para la belleza, aunque en contraste con la enorme
crisis que la sociedad del bienestar que vivía Suecia en aquellos momentos, por
ejemplo cuando el pensamiento de Martin Beck se manifiesta así:
*“De
pronto pensó en un par de frases inconexas de la quejumbrosa cantinela general
acerca de las cada vez peores condiciones que reinaban en el país. Suecia es un
país espantoso, pero sin duda es espantosamente hermoso. Alguien lo había dicho
o escrito, pero no recordaba quién.”
Esa
gran crisis sueca se ejemplifica en las novelas de Sjöwall y Wahlöö en el
cuerpo policial:
“-(...)?
Malditos maderos, sois todos iguales, aquí y en todas partes. Los policías sois
ratas de cloaca y para lo único que servís es para subir a bordo a pillar
alcohol y cigarrillos a cambio de dejarnos en paz.”
Por supuesto la crisis también aparece ejemplificada en el propio Estado:
“Estado
de Derecho. La expresión estaba desde hacía tiempo tan corrompida que muchos
suecos no osaban pronunciarla y otros se echaban a reír cuando alguien la
mencionaba en serio. Ciertamente, existía una ley, pero la evolución de los
últimos años había demostrado que esa ley podía subvertirse a conveniencia por
las autoridades y el régimen. Los que estaban en el medio eran de costumbre los
ciudadanos.”
Y
cómo no, lo que aún los acerca más a la realidad española, en la crisis de
la Justicia:
“En
gran medida tenía razón. Los miembros del jurado eran elegidos entre la escoria
de los partidos políticos, a menudo tenían una censurable relación de amiguismo
con el fiscal o se dejaban dominar por jueces de carácter resuelto, que,
básicamente, los despreciaban. En su mayoría no se atrevían a contradecir
a las autoridades judiciales y a menudo no eran sino representantes de la
mayoría silenciosa de la nación, quien ponía todo su empeño en conseguir el
orden a base de leyes sumarias y no mucho más.
Las
autoridades del país son claramente censuradas, en frases como las
de una conversación de la pobre Rebecka Lind con Beck:
“Sólo
me habrían enviado a unos asistentes sociales y luego me habrían quitado a
Camilla. Yo no creo que se pueda confiar en las autoridades de este país. No
les preocupa la gente común, los que no son ni famosos ni ricos, y lo que ellos
llaman ayuda no es ayuda de verdad. Simplemente te engañan.”
Liza
Marklund en el prólogo de “El asesino de policías”
escribe algo con lo que estoy completamente de acuerdo:
“La
pareja Sjöwall-Wahlöö estableció un nuevo estándar para la narrativa
político-criminal, conjugando una alta calidad literaria con hábiles intrigas
dramáticas, así como añadiendo un compromiso social que proporcionó un especial
ardor a sus páginas. La combinación de su gran éxito creo que radica en la
combinación de estos tres factores, y el tercero es quizás el más importante”
Totalmente
de acuerdo. Sus novelas son una forma brillante de denunciar las injusticias
sociales sin olvidar, la trama policíaca. Todo esto me lleva a analizar la Suecia de ahora y entonces nos encontramos con que los indicadores sociales nos muestran un país que parece haber superado esa crisis de los 70 ¿en qué medida es cierto y qué medida no lo es puede ser interesante de cara a saber qué puede pasar en países como España, Italia o Grecia? Creo que puede ser interesante el paralelismo. Veamos algunos datos:
* cuadro de evolución del paro en diversos países europeos.
Quizás estos datos tan diferentes de los de los años 70 ¿son una esperanza de que también otros países pueden recuperar a su clase media sin renunciar al Estado del Bienestar?
* Los
párrafos citados pertenecen a las ediciones de RBA en su serie negra de “Los
Terroristas” y “El asesino de policías” de la traducción del sueco de Elda
García-Posada.
5 comentarios:
Muy buena reflexion. Una forma distinta de mirar la realidad.
Me encanta. Gracias Dulce. La verdad es que los paralelismos con nuestra actualidad son abrumadores.
Brilliant.
Un artículo muy interesante
Adoro a estos escritores
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