El Siglo XX comenzó como un momento histórico en el que todo parecía posible, y en el que la humanidad solo podía ir a mejor: se inventó la telegrafía sin hilos, el teléfono, el fonógrafo, el cine, el automóvil, el avión, la aspirina, los barcos de vapor, la producción a gran escala…
En Tenerife todo esto tardó un poco más en llegar. A finales de los años veinte, casi casi al mismo tiempo que el crack de 1929, comienza el asentamiento de la refinería de petróleos de la Compañía CEPSA, en Santa Cruz. El alcalde de aquel entonces, D. Santiago García Sanabria, deseaba convertir aquella población en una gran ciudad, la que sería con el paso del tiempo capital del Archipiélago. El edil, dio todas las facilidades para su establecimiento, insistiendo que se situase a las afueras, lejana del centro histórico y junto al litoral, sobre una superficie, en principio, de cien mil metros cuadrados. Esta instalación sería uno de los símbolos de progreso y del futuro e incipiente desarrollo económico de la localidad .
El 1 de noviembre de 1930 llega el primer cargamento de crudo de la historia de la factoría, a bordo del petrolero “Oleander”, comenzando así la crónica no sólo de un complejo industrial, sino también de una metamorfosis, los primeros pasos de una metrópoli. También llegaron por esa época las vanguardias históricas a nuestra isla y se quedaron entre nosotros gracias a un reducido pero muy activo grupo de intelectuales.
Setenta años después la ciudad sitia la parapetada Refinería, vislumbrando un paraje industrial en el espacio urbano, creando así una simbiosis paisajística entre urbe e industria, en definitiva, un paisaje unido indisolublemente a la historia de la capital en el siglo XX (Sirva de ejemplo 6 de aquellos grandes cilindros metálicos que habían invadido el espacio de la capital tinerfeña formando parte de ella).
De esta manera y debido al crecimiento que la ciudad estaba experimentando, el Excelentísimo Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife suscribió un convenio urbanístico con la Compañía Española de Petróleos CEPSA con fecha 28 de abril de 1989, en la que se acordó la cesión a la ciudad de una parte importante de los terrenos de la Refinería en el barrio de Cabo-Llanos, además de aceptar la ordenación prevista por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) cumpliendo los objetivos siguientes:
1) Garantizar la Circunvalación Sur que conectara con el Centro Urbano y su conexión en Los Llanos con el sistema vial portuario, prolongando la Avenida Marítima y la de Benito Pérez Armas hasta la intersección de ambas.
2) Reconvertir e incorporar al centro comercial y administrativo de la Ciudad para su desarrollo, los terrenos industriales comprendidos entre la nueva circunvalación y la Avenida Tres de Mayo .
El desarrollo urbanístico, viario y comercial del polígono Cepsa-Disa era fundamental para el crecimiento de Santa Cruz hacia el Suroeste, supuso la incorporación al patrimonio urbano de la ciudad de más de 368.000 metros cuadrados de nuevas zonas residenciales, administrativas y de servicios.
Este histórico acuerdo se ralentiza a partir del año 1989 hasta su “resurgir” a mediados de 1996, a partir del anuncio de la recalificación del suelo, debido al paulatino desmantelamiento de una de las zonas más extensas de la Refinería en el citado barrio santacrucero, hacia donde la ciudad podía expandirse.
A su vez, la industria petrolífera se vio envuelta en una serie de transformaciones, una transmutación técnica en los últimos tiempos, que supuso el desmantelamiento de diversas instalaciones en desuso, como es el caso de depósitos y tanques de crudo, no solo en Canarias sino en toda Europa, sobre todo en Europa del Este. La tecnificación en los procesos de almacenamiento y transporte de combustible facilitó la progresiva decadencia y abandono definitivo de éstos, quedando de esta manera en la más absoluta desidia y olvido. De esta manera, la empresa promotora optó por su inminente desmantelamiento ya que eran herramientas industriales que habían quedado obsoletas.
En octubre de 1995, junto a la Calle 70, sólo permanecían en pie dos de estos vacíos depósitos de carburante, aunque al poco tiempo, se desmanteló uno de ellos, el tanque 68, quedando tan sólo en pie, el tanque 69.
Gracias a la visión e iniciativa del equipo de Jesús García Manrique y Fernando Menis se dio a conocer este singular espacio.
Éstos quedaron sobrecogidos por las magníficas condiciones (espaciales, lumínicas y sonoras) que el antiguo contenedor de combustible ofrecía para ser transformado en un espacio cultural. Yo estaba buscando un espacio diferente, el Cabildo carecía entonces de un recinto propio para la celebración de actividades culturales ( parece que no pero ¡cómo han cambiado las cosas desde 1995! ) y Fernando me dijo que por qué no miraba en la refinería que la estaban desmantelando. Llamamos a Manrique a quien conocíamos de los conciertos de la Orquesta Sinfónica y ellos dos fueron primero a ver lo que había por allí. Manrique le enseñó el Tanque a Fernando y Fernando a mí. La idea de rehabilitar el bidón, captó inmediatamente el interés de Adán, Presidente de la Entidad Insular, no sólo por la vanguardista e insólita idea, sino. De este modo, comienza la controvertida historia de un tanque de refino de crudo.
4 comentarios:
Hablando de espacios culturales, me gustaría que en alguna ocasión comentaras algo de esta noticia:
http://www.laopinion.es/tenerife/2009/08/12/situacion-auditorio-grave-informe/237221.html
Y de paso, de esta otra, muy buena para Canarias:
http://www.laopinion.es/cultura/2009/08/12/kraus-elegido-segundo-mejor-tenor-siglo-xx/237251.html
Lo de Kraus genial.
Lo del Auditorio una pena..
Da la triste sensación de que cuando por fin tenemos los espacios, éstos se mueren por falta de planificación y al final lo que nos queda es un recinto vacío.
Lo unico que ha hecho Cristobal, por decir que ha hecho algo, es algo por la danza ( más que nada porque tenía o tiene una medio novia que es bailarina, que si no tampoco porque no tiene más neuronas ) y mira lo que opinan de eso poco:
-Regresa a Tenerife tras un año de intenso trabajo. ¿Observa mejorías en el área de la danza?
-Todo sigue funcionando igual y, en todo caso, un poco peor con la crisis. No hay dinero, una carencia que se nota en todo, pero especialmente en la danza más; Ballets de Tenerife ha sufrido las consecuencias de esta situación económica, pero nosotros también lo hemos padecido en el Ballet Béjart, pues hemos tenido menos espectáculos. Lo cierto es que, con crisis o sin ella, nada cambia en Tenerife por lo que respecta a la danza, y si lo hace es para peor. Aquí te contratan un año, pero al siguiente ya no, porque trabajaste el anterior y, según dicen, están intentando "variar", que en realidad significa "estamos intentando no hacer nada". Las compañías necesitan infraestructuras para hacer sus espectáculos, en la Isla sólo hay unas pocas, y si la respuesta dada por los programadores es que ya viniste el año pasado, te planteas si deben pasar cinco años para montar otro espectáculo.
-Pero el Auditorio de Tenerife está realizando una gran apuesta por la danza.
-La gracia que me hace el Auditorio de Tenerife es que ellos mismos se adoran, porque te dicen que tienen una gran apuesta cuando en realidad programan pocos espectáculos. Me temo que si ofrecieran sólo uno también sería una gran apuesta para ellos. Es verdad que han traído a Baryshnikov y buenos montajes, pero eso no es una gran apuesta, es una programación normal; no obstante, ellos lo interpretan como si fuera el cartel más completo. Por lo que deberían apostar también es por los grupos de la tierra. Admito que dan algún espectáculo a los conjuntos canarios, pero cuando lo hacen parece como si fuera un favor especial que te hacen. A mi juicio no existe una apuesta real por la danza canaria.
-¿Qué opinión le merece Tenerife Danza Lab?
-A mí no gusta. No digo que esté mal, pero no es de mi gusto. Yo he bailado contemporáneo, piezas de Pedro Verdalle (no existe nada más contemporáneo que sus obras) y de coreógrafos alemanes, pero se trata de gente formada en los estilos modernos y que tienen una base clásica muy sólida. Lo que ocurre es que aquí hay gente que empieza por lo contemporáneo y continúa con lo mismo, y tampoco lo hacen con alguien que tenga una buena base. Lo que he visto de Tenerife Danza Lab no me parece una maravilla, pero aún así no me parece mal; mejor es tener esto que nada, porque a veces la disyuntiva se plantea entre lo que dice el Auditorio o nada. Me pregunto únicamente si las personas que hayan visto a Tenerife Danza Lab se plantean repetir, o si habrá espectadores que no hayan ido nunca a ver danza, asisten a un espectáculo así, se cierran y no vuelven. Pero bueno, se trata de una apuesta diferente. Si hicieran todo tipo de estilos, entendería que el Auditorio limitase la contratación de otras compañías de Tenerife, pero no es así, de modo que a lo que se renuncia, de hecho, es a ampliar la oferta.
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