En casi todas las novelas negras las relaciones amorosas de los detectives, policías y los James Bond de turno suelen ser un desastre, salvo la vida matrimonial apasible del comisario Brunetti, de Donna Leon.
En la novela negra Muerte en la Bienal de Venecia (Dulce Xerach, 2022), donde la protagonista está felizmente casada, la inspectora María Anchieta ante una foto que encuentra en el móvil de su marido reflexiona sobre el matrimonio de la siguiente manera en estos párrafos, es solo una muestra, la novela contiene muchoa más al respecto:
"¿Por qué se le da tanta importancia al sexo en un matrimonio? Y al mismo tiempo, el matrimonio… ¡qué institución tan arcaica y poco evolucionada!…, ¿o estoy equivocada? La sociedad gira en torno a esta institución y cuando se descubre una infidelidad toda la baraja de naipes se viene abajo en muchas ocasiones, como si realmente sí fuera tan importante el sexo. Pero no lo es. Y sí lo es. Estoy hecha un lío. El sexo es importante en sí mismo y el matrimonio supongo que también. El ser infiel quizás no tenga que ver con el sexo, aunque es obvio que lo tiene, sino con ser fiel, leal. Al mismo tiempo, ¿qué es ser infiel?, ¿se puede ser infiel sin dejar de ser leal?
Quizás hoy me debería limitar a no pensar mucho, a ser un poco autómata. Pero los pensamientos tienen vida propia. Me invaden. No me siento traicionada, he vivido demasiadas cosas, he tenido demasiadas experiencias, estudiado muchas estadísticas y conocido lo suficiente el mundo, a Pedro y a mí misma, como para no atreverme a sentir traición. Lo que me apena es no poder compartir también estas cosas, estas relaciones. ¿dobles, triples?, ¿cómo llamarlas? Seguramente, si pudiéramos contarlas con la certeza de que no vamos a hacer daño, enriquecerían la vida de los dos, o de los cuatro, de los implicados, pero la sociedad de hoy en día aún no acepta este tipo de pensamientos. ¿Realmente yo los acepto o estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano? Siempre he estado llena de contradicciones. Y la familia siempre me ha resultado difícil, aunque, desde luego, imprescindible. Antes nadie se divorciaba pero, de pequeñas, mis primas y yo sabíamos que en los matrimonios de nuestros tíos y tías y en el matrimonio de mis padres. Había secretos inconfesables. Mi padre siempre dice que en la vida lo importante es cómo me posicione yo frente a mí misma y a lo que me pasa. Todos tenemos dos caras, la que mostramos al mundo y la que solo vemos nosotros mismos. La que importa es la última porque a esa cara no la podemos engañar."
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