martes, 29 de diciembre de 2020
lunes, 2 de noviembre de 2020
Pedir perdón.
Estoy pensando en las cosas que tiene la vida, estoy terminando un libro (no es una novela) cuando en realidad tengo algo mucho más urgente y que no podré hacer aún: pedir perdón a un amigo muy querido por mis imprudencias del otro día. Si lo lee espero que él sepa entenderlo.
lunes, 21 de septiembre de 2020
INFRAESTRUCTURAS CRÍTICAS Y CIUDADES DEL FUTURO
Es curioso que, en este momento tan tempestuoso, donde el día a día nos sorprende, cuando en Canarias no solo aguantamos las consecuencias de la pandemia, sino otra ola de emigración ilegal, sin embargo, en otros lugares del mundo, en estas mismas circunstancias, o parecidas, este mismo verano, un estudio de arquitectura danés BIG esté diseñando una "ciudad prototipo del futuro" con edificios de madera y vehículos autónomos para la empresa de automóviles japonesa Toyota y que lo hayan presentado al público estos meses. ¿Son infraestructuras críticas para el futuro?
La llaman Woven City, y la primera fase de su desarrollo utiliza el patrimonio histórico, eso me gusta, porque parte de una antigua fábrica de automóviles. Cuando finalice la obra dicen que albergará a 2.000 personas que probarán los vehículos, la robótica y casas inteligentes, en lo que BIG llama un "entorno del mundo real". No sabemos qué mundo será ese, porque después de la pandemia igual el mundo se parece más al Walden Dos de Skinner que a lo que conocíamos antes. Yo no sé ustedes pero la pandemia me rompió la vida en dos, la de antes y la de ahora, y son como dos ríos paralelos que no sé si se volverán a encontrar, y creo que este proyecto es algo así, como un futuro que quizás será así y empiece desde cero o no, como una oportunidad única para crear un mundo nuevo que Toyota parece que va a intentar. Dice BIG que parte desde cero, pero nunca es así, porque tiene en cuenta todo lo aprendido por ellos y por la humanidad hasta ahora, y porque respeta esa vieja fábrica.
Ese potencial tan inmenso que revelan BIG y Toyota en sus planes para la ciudad del futuro lo sitúan justo debajo del emblemático monte Fuji en Japón, que es para los japoneses como el Teide para los canarios, un emblema, algo mágico, una montaña que da fuerza y llena de energía. No han abandonado sus planes de comenzar la construcción en el 2021, a pesar de la pandemia y quieren hacer una ciudad que esté como entretejida y sea humana a la vez que esté a la última en tecnología. Una ciudad de 70 hectáreas con algunas cosas que no son tan originales pues ya Foster las probó en Dubai como los vehículos autónomos, aunque aquí se incluyen diseños exclusivos como el Toyota e-Palette. También contiene en su diseño calles más pequeñas, que serán para otros modos de transporte personal, como bicicletas, scooters y, de nuevo, la marca con sus nuevas ideas, el i-Walk de Toyota, y luego un tercer tipo de calle, de la que en la Europa histórica sabemos mucho, será totalmente peatonal. Una ciudad más ordenada que el desorden de nuestras callejuelas históricas, como las del barrio gótico de Barcelona, y no sé si eso me gustará más o menos, seguro que va con la forma de vida de los japoneses.
Hay en el diseño algo impropio de BIG que no logro entender: Los edificios de toda esa ciudad “tejida” se construirán con madera y paneles solares colocados en los techos. ¿Serán esos techos tan feos como los que diseñan actualmente la mayoría de los ingenieros? Espero que no, porque la quinta fachada, la que se ve desde los aviones, desde los satélites y nos llega a través de Google Earth y de las imágenes a vista de pájaro que internet nos regala, también es importante, cada día más. Pero sí me gusta del diseño una vieja historia europea y china, que es la organización de las casas alrededor de patios centrales, conectados por calles y parques peatonales, con toda la vida, y el frescor, y la tranquilidad, que esos patios sabemos en países como Grecia, España, o Italia nos dan.
Ingels, la estrella de BIG, lo llama una ciudad porosa, que deja que la economía, la vida social, el comercio y la cultura se entremezclen por toda ella. O sea, nos tejen una ciudad para que la tecnología no nos aísle sino que nos una, para impulsar que conectemos más entre nosotros (cuando podamos volver a tocarnos y abrazarnos). Todo impulsado por una combinación de energía solar, energía geotérmica y tecnologías ligadas al uso del hidrógeno. Me gustaría viajar pronto a verla hecha realidad.
sábado, 30 de mayo de 2020
El paréntesis
El COVID-19 ha supuesto un paréntesis en la vida de todos. Algunos estamos aún en estado de shock, otros tratamos de imaginar como será nuestra vida. Se escribe mucho sobre eso, y creo que nos resulta difícil imaginar, porque realmente predecir el futuro de algo tan desconocido como lo que nos está ocurriendo no es fácil, no es un mecano, dice un amigo mío economista que ante mi pregunta de ¿qué hacemos? me ha contestado con un simple “esperar”, dejándome enfrentada al abismo.
¿Esperar a qué? ¿a que el virus desaparezca? No va a desaparecer en mucho tiempo y si ya hemos visto que en tan solo medio mes el producto interior bruto de nuestro país ha caído como no lo hacía en un siglo, esperar significa que solo sobrevivirán los que tengan un sueldo del estado. Los demás morirán de hambre y no entiendo por qué es mejor morir de hambre que de un virus.
Afortunadamente, y esto no es una crítica a mi amigo, ni mucho menos, hay otros muchos pensadores que se están ocupando de diseñar el mundo que vamos a necesitar, que es distinto al de ahora, han aceptado ya, también en el mundo de la arquitectura, que lo será para siempre, entre ellos se encuentra una arquitecta que recientemente han publicado sus opiniones sobre cómo su profesión se verá alterada para siempre a raíz de la pandemia.
La crisis económica y de salud ha sido una señal para reconsiderar todos los supuestos. Es lo que opina Marianne McKenna, socia fundadora de KPMB Architects, una firma de arquitectura de Canadá, que ve este paréntesis como una oportunidad para repensar todo, incluyendo cómo construimos las ciudades, los espacios públicos, los espacios comunes de las casas, hoteles y hospitales, y como hacerlo de manera que sean aún más resistentes, protectores y saludables sin que por ello pierdan la belleza, lo verde y la creatividad. Ella opina que como arquitectos, este es un momento de unir a toda la profesión, y no solo imaginar, sino también idear y defender un futuro donde el mundo esté en armonía con la naturaleza, y donde la innovación y la imaginación sean valoradas por conseguir soluciones que mejoren la calidad de vida, y yo opino lo mismo, o los arquitectos afrontan esta crisis verdaderamente unidos o no habrá un futuro para la profesión ni para la belleza de las ciudades.
McKenna cree que el mundo pos-covid va a hacernos testigos a cada uno de nosotros (los que sobrevivamos al virus) de una mayor dependencia de la colaboración por medios virtuales en lugar de reales. Por ejemplo, durante mucho tiempo los arquitectos internacionales viajarán menos, tendrán menos contacto personal con los clientes y con los lugares donde construyen y eso puede suponer, o bien una vuelta a los arquitectos locales (para lo que también muchas leyes tendrían que volver a cambiar, empezando en España por la Ley de Contratos de 2017) o bien que los clientes buscarán a los mejores arquitectos que, estén donde estén, sabrán darle una solución, porque los viajes van a ser durante mucho tiempo pocos y estratégicos. Así que una conclusión es que la arquitectura tiene que acostumbrarse a trabajar desde lejos.
La arquitectura es para las personas.
Y hemos visto que, hoy por hoy, no todas las casas están preparadas para un confinamiento mundial como el que estamos viviendo, casi podemos decir que nos han almacenado, en pequeños apartamentos no pensados para vivir encerrados, sin luz, sin aire, sin vistas…. Creo que a partir de ahora vamos a sentir una nueva apreciación sobre las casas que queremos, los espacios que compartimos, la belleza que contemplamos (si tenemos la suerte de vivir en una casa bonita) y la salud que todo ello nos reporta (si está bien construida y es saludable).
Además de esos espacios personales que son nuestras casas creo que los espacios públicos también cambiarán. Algunos de los estándares generales de planificación para el diseño del espacio público cambiarán para reflejar mejor una nueva forma de perseguir la vida que incluirá un mayor espacio personal. Un mundo interesante por el que no deberíamos esperar más, sino salir a conquistarlo.