Siguiendo la tradición de las
piscinas públicas en el Spree de finales del siglo XIX, este proyecto devuelve
a la ciudad de Berlín una relación más cercana con el río a través de una
piscina flotante dentro de él. Se trata de una piscina en el centro de la
ciudad de Berlín, en el río, en una antigua barcaza de carbón, como las que aún
surcan cada día el río transportando materiales, reconvertida en piscina, con
una “playa” formada por plataformas de madera que permiten el ocio, el relax y
el disfrute.
Desde los tiempos de la antigua Roma, las piscinas y los baños
termales han sido lugares de encuentro y de disfrute de la naturaleza y el agua.
El Spreebrücke –como se le conoce en alemán-, es un claro ejemplo de ello. El
proyecto toma tanto de manera literal como figurada el concepto de puente. El
puente se ve no sólo como una conexión entre dos puntos, sino también como una
línea de conexión, punto de encuentro, dentro de la ciudad.
Antiguamente el río
Spree había desempeñado un importante papel en la vida social de Berlín. Como
en otras capitales europeas, durante los siglos XVIII y XIX la construcción de
puentes en el centro de la ciudad se convirtió en una fecunda actividad que dio
lugar a ejemplos cargados de simbolismo y representatividad. Durante la segunda
guerra mundial, todos los puentes de Berlín, con la excepción del de
Weidendammer y el de Schilling, quedaron total o parcialmente destruidos por
los bombardeos. Los límites entre el Berlín Este y el Oeste no fueron dibujados
únicamente por el muro que ahora pertenece a la historia sino a través de la
supresión de los puentes que cruzaban el río.
Los puentes que se
construyeron después de la guerra son austeras obras de ingeniería que,
evitando todo desvío de la funcionalidad, se limitaron a dar una respuesta
eficaz a las necesidades de comunicación surgidas durante el proceso de
reconstrucción de Alemania. Poco después, la ciudad dividida acabaría de dar la
espalda a su río, que coincidía mayoritariamente con la frontera entre el este
y el oeste. Es más, la presencia del Spree llegó a ser percibida como una parte
más del muro que partió Berlín en dos durante muchos años.
Por otro lado a principios del siglo XX a orillas del Spree
había quince baños públicos muy frecuentados. Algunos eran espacios definidos
dentro del propio río y otros eran embalses cercanos, conocidos como Badeschiffe
(barcos de baño), que se alimentaban con sus aguas. Sin embargo, la creciente
contaminación de estas aguas ya provocó el cierre de todos los baños públicos
antes de la primera guerra mundial.
Desde la
unificación alemana en 1989, el gobierno realiza formidables inversiones en la
restauración y en la construcción de nuevos puentes, nuevas conexiones.
Spreebrücke Berlín es un proyecto que aborda ese reto de anudar
de nuevo la ciudad.El equipo de Fernando Menis asumió la idea de la
reunificación aprovechando no solo la existencia del Spree, sino también sus
intensos usos históricos industriales. Es precisamente ese uso previo
industrial lo que sirve como inspiración para esta nueva intervención, además
de la costumbre de los berlineses de ir al río a principios del siglo XX
anteriormente mencionada.
Todo este proyecto, tanto arquitectónico como artístico, fue
promovido por el Stadtkunstprojekte e.V., y comisariado por Heike C. Muller. La
asociación estatal alemana Stadkunst Projekte (Proyectos Culturales en la
Ciudad) convocó en 2002 un concurso internacional para integrar el río Spree en
la ciudad de Berlín. El StadtKunstProjekte puso en marcha un concurso múltiple
que, bajo el nombre de “con_con” [conexiones construidas], reunió a artistas,
arquitectos e ingenieros para el desarrollo de una serie de intervenciones que
perseguían la recuperación de los puentes y las orillas del Spree como espacios
vitales de la ciudad. Dentro de estas intervenciones, el Spreebrücke parte de
la concepción del puente como elemento de comunicación, no solo entre dos
puntos, sino también entre la ciudad y el río. El estudio canario de
arquitectura y la artista berlinesa Susanne Lorenz, ganaron el concurso al que
se presentaron otros treinta y dos participantes de más de doce países.
El resultado es un proyecto
innovador que anima el río Spree creando un lugar de ocio como mejor manera de
optimizar y activar esa parte de la ciudad, situada en el transitado barrio de
Treptow, en Kreuzberg.
El proyecto se basa en la
reutilización, como piscina pública flotante, de una embarcación hundida,
proponiendo un nuevo espacio de ocio junto al antiguo muro de Berlín. El
resultado es una piscina de agua azul
caribe y cristalina, sumergida, en contraposición, en las aguas oscuras del
río Spree, a la que se accede a través de un puente que surge desde una playa
ficticia. Ópticamente, parece que el baño se realice en el río, aunque de hecho
la inmersión es en una antigua gabarra industrial, un barco de carga que se
utilizaba para transportar carbón que queda sumergida en las aguas de un río
que busca formar parte activa de la ciudad.
El Spreebrücke es, por tanto, una nueva zona de baño flotante
que se puede desmontar y transportar a cualquier punto del río. Actualmente
está instalada en el sudeste de la ciudad, poco antes del puente de
Oberbaumbrücke. Consta de una piscina, una playa artificial, un puente y un
contenedor. Primero la idea fue hacer una piscina redonda, y el equipo, junto
con Frei Otto, que se encontraba de vacaciones en Tenerife, intentó formalizar
esta idea, pero finalmente, buscando una propuesta de más bajo coste, se optó
por el proceso de transformar, reciclar, un schubleichter –tipo de barcaza de
transporte muy común en el Spree– que fue muy interesante. Después de retirar
la cubierta del barco, el casco forma un vaso flotante, rectangular, que define
sobre la superficie del río un recinto rectangular de agua limpia donde se
puede nadar en verano y patinar en invierno. Potentes luminarias azules y
verdes encastradas en las paredes interiores del vaso iluminan la superficie
del agua con los colores veraniegos, añorados por los berlineses, del Caribe o
las Islas Canarias, como una línea azul, luminosa y permeable, para Berlín. Water flying over water. En función del
caudal del Spree, la piscina flota o descansa sobre su lecho, de modo que su
superficie puede quedar enrasada o sobresalir por encima el nivel del río.
Al aproximarnos al río, entre la arena se abre un camino hacia
dos grandes plataformas de madera, que juegan el papel de playas artificiales
donde tomar el sol, y flotan al lado de la piscina. Éstas conectan con la vieja
barcaza de cargo convertida en “barco de baño”. La gabarra, un antiguo
Schubleichter reciclado, cuyo tamaño es óptimo para natación por medir 32’5
metros de longitud por 8’2 de ancho, y poco más de dos metros de profundidad, contiene
400.000 litros de agua ligeramente clorada que se mantiene a 24°C. El ingeniero
del grupo, Juan José Gallardo, calculó la carga liquida y el peso propio de la
gabarra para que, totalmente llena, quedase elevada 70 centímetros sobre la
superficie del río. La idea era hacer coincidir el nivel del agua con el del
borde de la piscina de tal forma que los bañistas se sintiesen completamente
inmersos en el cauce del río. Para ello, y por medio de las curvas de calados,
se añadió a la cámara de aire contenida en la doble carcasa de estas
embarcaciones de carga, una base de poliestireno expandido que disminuye el
peso de la carga y consigue el desplazamiento deseado.
Representa el arquetipo universal del espacio público ideal por
su capacidad de imbricar la arquitectura y la ciudad sin establecer ninguna
frontera entre ellas. Por otro lado, el Schubleichter reciclado que conforma el
vaso de la piscina nos remite a una dimensión local del proyecto que recoge la
rica tradición de la industria náutica del río Spree.
Con la propuesta de un “barco de baño” contemporáneo, el equipo
redactor quiso recuperar la práctica de los baños e incorporar esta actividad a
los bares de las playas. El nuevo “puente Spree” conecta con el pasado, con una
tradición perdida, y con el presente, como lugar de comunicación. La idea
fascinó a la compañía privada ARENA, que lo construyó y lo mantiene anclado frente
a sus instalaciones de ocio como un elemento de gran potencia atractora.
La colaboración de distintos
profesionales transformó una tradición perdida en una experiencia poética y
Berlín ganó una perspectiva completamente nueva de su ciudad. El proyecto se ha
convertido desde su inauguración, hace ya doce años, en uno de los referentes
de actividades al aire libre de esta zona al sureste del centro, motor de
cambio y actividades de este barrio multi-étnico de Berlín.