Les voy a contar la historia de una
injusticia que, por una vez, ha acabado bien. Ocurrió en la ciudad de Szczecin, en Polonia,
una ciudad del norte de ese país del este que ha sufrido a lo largo de su
historia numerosas aventuras políticas terribles. Fue totalmente bombardeada en
la segunda guerra mundial y durante una etapa histórica fue alemana. Ahora es
una ciudad polaca apacible, al borde de un maravilloso río que se recupera
lentamente de sus heridas de guerra y recupera el pulso europeo. Pero no todos
los problemas están ya resueltos allí.
La última edición del EU Mies Award, este año, ha premiado al
excelente trabajo del estudio Barozzi/Veiga, creado en el año 2004 y con sede
en Barcelona, razón de sobra, por sí misma, para felicitar que un estudio
español haya conseguido tan importante galardón en el mundo de la arquitectura,
sino que, conociendo como fue el proceso, hay que felicitar mucho más, hay que
felicitar y agradecer toda una actitud de constancia y compromiso con la buena
arquitectura y sobre todo su capacidad de aguante, pues durante el desarrollo
de la obra, y durante años, sufrieron todo tipo de injusticas y un trato sin
piedad por parte de algunos de los promotores, durante meses y meses su trabajo
fue cuestionado constantemente y fueron amenazados con sanciones de todo tipo
que no tenían (como ha quedado patente ahora con el magnífico resultado) razón
de ser. Durante años, constructores y
políticos, no expertos en la materia, denostaron al equipo e intentaron cambiar
el proyecto de auditorio porque no entendían nada, no sabían ver cuál sería el
resultado, no tenían la visión suficiente para imaginar como un edificio de ese
tipo podría cambiar su ciudad para mejor, aunque curiosamente sí tuvieron
visión para hacer un buen encargo, pero ese fue el único paso correcto y todos
los demás fueron un martirio para los arquitectos, aún a pesar de que detrás de
eso autores ya había un recorrido destacable, con un total de 19 proyectos,
entre ellos, el Museo Neanderthal de Piloña (España) o la Universidad de Música
de Karlsruhe (Alemania).
En resumen que han tenido que pasar 8 años,
algunos de auténtico terror, que ellos nunca reconocerán pero que yo los viví
indirectamente, para el reconocimiento de un gran éxito que no hará otra cosa
que mejorar la ciudad de Szczecin.
El edificio de la Filarmónica de
Szczecin (Polonia), que le ha dado el triunfo a este estudio, fue diseñado en
2007, con la idea de regenerar la parte afectada por los bombardeos de la
Segunda Guerra Mundial en la ciudad. La estética del edificio sigue la línea de
cubiertas en pico, muy estrechas, que son típicas de las casas del área. Por
tanto, el edificio se ha mimetizado con el entorno y ha dejado una hermosa
huella en su paisaje, recordando la historia a la vez que innovando.
El color blanco del edificio permite
que la iluminación aporte todos los matices que posee la estructura, lo que
hace al edificio bello desde dentro y hacia fuera y se funde con los blancos
inviernos de Szczecin.
Un estudio con una relativa corta
carrera ha traspasado muy pronto nuestras fronteras geográficas y ha podido
trabajar internacionalmente. La calidad no entiende de acentos ni de
nacionalidades. Es muy importante para las ciudades no rodearse solo de nombres de prestigio, sino sobre
todo, de personas que aporten su esfuerzo en hacer cosas cada vez mucho
mejores. Y es más importante aún dejarles trabajar en paz. Colaborar con ellos
en lugar de ponerle piedras en el camino.
Sin personas implicadas se consigue
muy poco y Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga se han rodeado de los mejores
colaboradores para hacer realidad una idea, un sueño, un proyecto inspirador
para todos y sabemos que han superado miles de difíciles pruebas en este camino
de 8 años que ha concluido de la mejor manera posible. Valió la pena el
esfuerzo.
Mis más sinceras felicitaciones por
este premio y por todos los demás proyectos que les han situado entre los
primeros nombres de la arquitectura contemporánea.
Dulce Xerach