Si hay un libro que ha influido en
el mundo de los negocios últimamente creo que es Funky Business Forever.
Para mi también fue amor a primera vista y desde entonces sigo la trayectoria
de los profesores suecos Nordström y Ridderstrale (sus autores).
Fue escrito en 2000 y revisado
oportunamente en 2008, aunque creo que demasiado rápidamente en el sentido de
que aún esta crisis económica no había avanzado lo suficiente. De ahí esta
refutación que parte de la admiración de su ingenio.
Comencemos por la revolución que
estamos viviendo ¿estamos realmente en medio de una revolución? Nordström y
Ridderstrale (en adelante N & R) afirman que sí, que es una revolución
tan profunda que está siendo capaz de cambiar la propia naturaleza de la
sociedad, la economía, la industria y las empresas.
No puedo refutar algo con lo que
estoy de acuerdo: estamos viviendo la revolución del conocimiento
gracias a las nuevas tecnologías de la información y comunicación, gracias a la
velocidad vertiginosa de internet y su viralidad. Pero muchas personas lo
niegan ¿por qué? Quizás en este punto tendría que refutar no a N & R sino a
muchos políticos, muchos hombres de empresa y muchos profesores que niegan la
evidencia.
Es cierto que los ricos nunca han sido tan ricos, y que eso es una
evolución (no revolución) de lo de siempre y que el capitalismo sigue vivo y
goza de una excelente salud, es cierto que siempre han existido épocas de
cambio. Pero los cambios siempre han tenido reticencias: no han sido aceptados
por las clases reinantes en cada momento y por eso, esas clases, han acabado
mal (véase la revolución francesa y las decapitaciones de toda la familia real
y nobles que les acompañaron, véase la aún peor época del terror de
Roberpierre).
Nos guste o no, los cambios no se pueden controlar, una vez que
una revolución prende fluye sin control. Ese sin control es el que no
gusta a las clases dirigentes pero ¿para qué negarse a sí mismos que ese
control no es posible? Está aquí entre nosotros, y no se puede parar. Es más,
está cogiendo una velocidad aterradora.
*enjoy capitalism.com
Como dicen N & R las
revoluciones son inusuales, no se llevan por un manual, no tienen ley, ni libro
de reglas, son espontáneas, y a veces peligrosas. No siempre han sido
sangrientas, veamos por ejemplo la revolución que supuso la invención de la
imprenta o la invención de la radio y la televisión, las dos anteriores
revoluciones del conocimiento no provocaron guerras en sí mismas (aunque sí
persecuciones sobre todo la primera, pero lo que se perseguía no era el cambio
en sí, sino la libertad de expandirse que proporcionaba al conocimiento). Pero
siempre han conllevado cambios profundos: el último que hemos visto ha sido el
cómo wikileaks, con sus informes anónimos y documentos llenos de contenido
comprometedor filtraban a la opinión pública comportamientos no éticos y ni
ortodoxos por parte de los gobiernos, y como esta filtración prendió la mecha
de la primavera Arabe que vio confirmados todas sus sospechas.
En este nuevo entorno, no podemos
hacer no solo negocios como antes, tampoco política como antes. Necesitamos políticos
inusuales, diferentes, innovadores, sorprendentes. Llegó la hora de los nuevos
políticos, toca renovarse o morir, o ser arrastrado por la revolución.
Y ya sí que se ven barricadas y bombas lacrimógenas, tal vez no en
Suecia pero por este sur de Europa, y del Mundo, sí.