lunes, 22 de diciembre de 2014

Dominique Perrault y la Justicia. Similitudes entre Luxemburgo y Tenerife...


Las paradojas que tiene la vida. Resulta que Dominique Perrault, con su aproximación abierta y flexible a los lugares en los que trabaja, es el autor del proyecto del Tribunal Europeo de Justicia de Luxemburgo.  Invitado a crear una nueva extensión y triplicar la capacidad de la Corte Europea, el desafío de Perrault era no sólo aumentar el espacio, sino también dar armonía a un edificio que había sido ya ampliado en tres ocasiones. Primero fue inaugurado en 1973, cuando la Comunidad Europea sólo incluía a seis países miembros. El Tribunal de Justicia se amplió luego en 1988, 1993 y 1994. Perrault vio en este proyecto un triple reto: funcional, urbano e institucional.



En primer lugar, la Corte requirió 100.000 metros cuadrados más para albergar a más de 2.000 jueces, secretarios y traductores.  Esa adquisición de suelo en Luxemburgo no causó tantos estragos como la compra del frente de playa de Las Teresitas aunque se hizo por los mismos métodos europeos y democráticos de adquisición de suelo público. En segundo lugar, las sucesivas ampliaciones, con diseños a veces contradictorios, pero necesarias para racionalizar el uso, fueron unidas por el arquitecto para poder funcionar como un todo. Por lo tanto, no sólo era necesaria la creación de un espacio extra, sino que para unificar el conjunto, se creó un edificio que inyectaba armonía al conjunto (y lo unía por debajo en lo que nosotros en Tenerife llamaríamos mamotreto pero que, como se demuestra en el proyecto de Luxemburgo y en tantos otros proyectos europeos, ni aquí ni allí lo es, pues ningún Plan General europeo impone a los aparcamientos subterráneos bajo espacios públicos ninguna condición de edificabilidad, volumen, ocupación o cualquier otra propia de los edificios, sino la supeditación a las conveniencias del tráfico en la ciudad apreciadas soberanamente por cualquier Ayuntamiento que se precie de ser democrático.

En tercer lugar, el esquema de Perrault buscó reforzar la importancia simbólica de la prestigiosa institución. Ay lo simbólico y como los seres humanos lo olvidamos y confundimos a veces.

El edificio original, hecho de acero corten, aparece ahuecado para dar cabida a los tribunales, y rodeado por un anillo perfectamente ortogonal que acoge oficinas, salas de tribunales y el Gran Palacio de la Justicia.

En el nivel inferior de este gran cuerpo, la "gran galería" se reorganizó y amplió, sirviendo como médula espinal, para proporcionar la circulación entre las diferentes extensiones, así como para dar acceso a las dos nuevas torres, que proporcionan espacio de oficinas para más de 600 traductores y funcionarios judiciales que trabajan en 23 idiomas.

En el sótano, el techo de la sala de audiencias se viste con luces en una malla de aluminio pintada de oro, dando a la cámara un ambiente majestuoso y de autoridad mientras que también proporciona una sensación lírica y poética.

Las cualidades materiales de la malla de aluminio teñida de oro son un componente importante de la nueva corte de justicia y se emplea a lo largo del proyecto como una pantalla de luz cálida para las cámaras de los jueces, así como en el techo de la sala principal. El ritmo de la malla metálica, su textura deslumbrante, y el alivio que otorgan sus pliegues constituye una verdadera seña de identidad visual de todo el proyecto.

Además, Perrault lo hizo tan rematadamente mal que, desde el año 2004, su firma de arquitectura fue contratada por las autoridades de Luxemburgo para llevar a cabo un proyecto de planificación urbana global, incluyendo la arquitectura del paisaje, la circulación, el transporte y un programa de uso mixto para el desarrollo de la entrada a la meseta de Kirchberg, en el entorno de la Corte Europea de Justicia. Todo ello, por supuesto, de acuerdo con los jueces de Luxemburgo, que parecen entender algo más sobre urbanismo y sobre cómo se construyen las ciudades, que algunos jueces de aquí. Mala suerte la nuestra, y sobre todo, mala suerte la de los 6 servidores públicos que, si nadie lo remedia, tendrán que ir a la cárcel solo porque algunos jueces y fiscales (no todos, por fortuna no se puede ni se debe generalizar) no entienden, como señala el catedrático y académico Luis Fernández Galiano que es inevitable relacionar los rotundos gestos de Perrault en el territorio con un urbanismo afirmativo que trata la naturaleza como una geografía voluntaria; y que es obligado interpretar la simplicidad de sus propuestas fundamentales (tanto la de las Teresitas, como la de Luxemburgo y otras) a la luz de prácticas conceptuales que se extienden hasta los límites del land art, concepto que probablemente no conocen. Mala suerte la de 6 servidores públicos que tendrán que ir a la cárcel porque la justicia, en este caso, no interpreta nada bien el urbanismo y sus leyes.

Dominique Perrault, el arquitecto francés autor del polémico proyecto de la playa de Las Teresitas, no ha diseñado nunca más que buena y especial arquitectura contemporánea de calidad. Por tanto,  no ha diseñado en su vida ningún mamotreto, pero en esta isla somos tan especiales que nos hemos empeñado en llamar mamotreto a algo que no lo es. El desarrollo de este inquisitorial caso y su desenlace, hasta el momento, merece ser estudiado porque más allá de las personas sacrificadas tiene enormes repercusiones para nuestra ciudad, y mucho más enormes para el desarrollo de la función pública en general, aquejada en este momento de paralización total. ¿Quién va a querer dedicarse a la política con esta posibilidad de arbitrariedad judicial? Nadie con dos dedos de frente.



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