martes, 23 de marzo de 2010

No es la primera vez que me siento identificada con sus ideas. No puedo evitarlo. Ni quiero. Creo que hay que pensar en esto..




"Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas. Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desaparecido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muertes súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa. 
En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas después de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos -críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo. 
Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las putas políticas, que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas, lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia. Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tal o cual crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños. 
Eso es lo peor, a mi juicio.. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán. Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriesgó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben. De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate.  Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina. Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros. Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. 
A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa. Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola."

   
A.P.Reverte (El Semanal)

9 comentarios:

Veneno dijo...

Es la consecuencia de todo lo que ha pasado.

Ciudadano dijo...

Valiente, si te sientes identificada con sus ideas, que me parece muy bien, ten en cuenta que él no tiene nada de nacionalistas, es más, todo lo contrario. Cosas que tiene el ver mundo. Asi que ten cuidado, no vaya a ser que en el fondo, no seas nacionalista. Lo cual tampoco estaría nada mal.

Ciudadano dijo...

...es más, de su su artículo se sobreentiende que esta harto de la casta política, que tantos problemas nos depara. Un poco de regeneración democrática, de fin de la partitocracia es lo que pide. Si estas de acuerdo en eso, y en no ser nacionalista. Quizas CC no sea tu hueco.

Dulce Xerach dijo...

hola ciudadano, si es por ver el mundo que no sea porque no paro, pero a mi mi heterodoxo nacionalismo se me potencia viajando, siento sana envidia de los territorios que lo hacen bien y cuando vuelvo a Canarias -como hoy que acabo de aterrizar- quiero conseguir lo mejor para mi tierra. No puedo evitarlo.

En cuanto a la casta política: yo lo que detesto es que nos hayamos convertido en esa casta, de la que sé que formo parte pero no me siento dentro, supongo que me salva esa heterodoxia un poco rara que me acompaña desde que me afilié a ati a los 18 años. Cosas de la vida de cada uno supongo.

Dulce Xerach dijo...

"se alquila o se traspasa "

Es cierto. Cuánta tristeza se respira en algunos comercios. Y en lo que aún no han puesto ese terrible rótulo, cuánta inquietud porque no entra nadie en todo un día entero.

Creo que a las tiendas que nos gusten y que no queramos que desaparezcan deberíamos entrar y comprar cualquier tontería casi todos los días, o encargar algo, o dar esperanzas, o al menos dar conversación porque así damos vida.

Y también creo que los que tienen una tienda a punto de cerrar, los que están desesperados, deberían intentar que esa desesperación se les note menos.Deberían seguir con entereza-y confianza en que a veces los milagros existen-al pie del cañón hasta el último día: inventando ofertas, sonriendo desde el fondo de la tienda, moviéndose por ella, llamando a algún amigo para que haga de cliente que llame a otros clientes. No se rindan por favor. No dejen que esta crisis les llene de miedo.

Olga Martín dijo...

SE TE NOTA UN POCO TRISTE HOY.... PERO LO QUE DICES TIENE SENTIDO. MAÑANA ME COMPRARÉ AUNQUE SEA UNOS CALCETINES EN MI TIENDA FAVORITA.¡GRACIAS POR LA IDEA!

Ciudadano dijo...

ver mundo, no es sólo viajar, hace falta mucho más. Se puede ver mundo sin salir de casa, o no parar, y no haber visto nada de mundo. Es un estado anímico.
Saludos

Dulce Xerach dijo...

tampoco paro en casa... así que ciudadano, creo que anínicamente usted y yo estamos siempre viajando ( leyendo, escribiendo, soñando, aprendiendo, pensando... ), y sin embargo parece que tenemos ideas políticas diferentes.Tal vez sea la humanidad que es así: diversa e impredecible. Todos diferentes.

Versus dijo...

Es desolador. Todos somos testigos de estas bajas o de las crónicas de muertes anunciadas de este tipo. Pero no es menos cierto que todos, y no sólo los políticos, somos también un poco culpables. Cómplices de nuestra propia desolación. Algo hicimos para permitir que llegáramos a esto. Y algo somos para evitar el desastre. No obstante, yo creo que una de las causas por las que no hemos avanzado suficientemente hacia un futuro mejor es que en los últimos años nuestros políticos y sus peones periodísticos han cultivado la demagogia y el separatismo artificial pseudoideológico. Y digo pseudo por la falta de argumentos y de solvencia ideológica. Yo creía superadas ciertas cosas y he sido testigo de cómo valía cualquier fórmula para obtener votos, porque siempre se cree que el sistema lo aguantará todo. Y no, el sistema también es vulnerable, el sistema también somos todos y no somos infalibles. Algo se ha quebrado y no sólo es la economía. Sin paz social no hay economía que se levante. Sin los diagnósticos adecuados, precisos, no se pueden detectar los verdaderos problemas y no se pueden encontrar las soluciones oportunas. Y no hay que esperar a mañana para resolver las cosas. Creo que algo le falta a Pérez-Reverte en su columna y es señalar la importancia de que vivimos en un mundo donde todos estamos relacionados con todos de alguna manera y si hay una conciencia común y exacta de los problemas, a todos nos interesará llegar a las mejores soluciones. Hay que esforzarse, cada uno en lo suyo, no sentirse solo o sola en esto. Porque si a uno le va bien, seguro que otro también se beneficiará por ello, de alguna manera. Todo es una cadena. Porque de aquí se sale, estoy seguro. La historia está ahí para demostrarlo.