jueves, 19 de noviembre de 2009

LA CULTURA COMO “DESEO”. Sobre la cultura y la barbarie.

Según Walter Benjamín todo documento de cultura es al mismo tiempo un documento de barbarie. Y la barbarie no es cultura. Pero ¿ no es cultura analizar la barbarie, el por qué de la barbarie, la historia de la barbarie? ¿ no es cultura ocuparse de la memoria histórica? ¿ no forma parte de los programas de políticas culturales la gestión de instituciones que se dedican a estudiar la barbarie?
O lugares que fueron lugares de barbarie, como fábricas y hornos de las antiguas revoluciones industriales sin respeto a los trabajadores, por ejemplo.
Por tanto estoy solo parcialmente de acuerdo con el profesor Teixeira Coelho en su texto “el concepto de cultura en la política cultural”( 1 ) , donde él afirma que “para la política cultural más consistente esta concepción de que todo aquello que existe es cultura, es totalmente insatisfactoria”.
Es cierto que no todo es cultura desde el punto de vista de una política cultural, pero también es cierto que todo puede ser mirado desde un punto de vista cultural.
A modo de ejemplo, cuando pensamos en ruinas y arqueología industrial estamos en parte hablando de un pasado de barbarie y explotación a los trabajadores. Los restos de la industria siderúrgica, metalúrgica, extractiva o del petróleo pueden ser vistos como los lugares donde miles de hombres trabajaron a destajo a la luz de las innumerables y ahumadas cristaleras, o bajo tierra o llenos de crudo hasta los ojos, comieron en amplias cantinas con apenas sitio entre unos y otros y muchos murieron ahogados por los gases, por los hierros, de todo aquello que fue la revolución industrial. Si a cualquiera de esos hombres le hubiera dicho que estaban trabajando, comiendo y muriendo en el interior de una admirable obra de arte habrían soltado cuando menos una carcajada. Pero yo no la suelto, porque esos restos de la revolución industrial, hechos por artífices anónimos que daban lo mejor de sí en unas estructuras y objetos, que hoy vemos con en toda su involuntaria belleza, hoy son parte del patrimonio industrial.
Y entonces la barbarie, y su gestión, se convierte en cultura, y esos hornos, esas moles de hierro fundido, las escaleras temibles, esos tanques de petróleo, esos pescantes y esos talleres y naves industriales, esas fábricas y hornos, despojados de su función primera, comienzan a ser mirados poco a poco con otra mirada: la de objeto artístico, y eso nos permite la oportunidad de –a través de la gestión cultural- arrancarles un último servicios y convertirlos en El Matadero de Madrid, el Canal de Isabel II, la Laboral de Asturias o el Espacio Cultural El Tanque de Tenerife. Todos ellos instituciones culturales que hoy realizan acción cultural.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero la Cultura necesita gestión e inversión y ser consciente de que el fin no es el beneficio económico sino de crecimiento como colectivo.

¿Lo sabrán quienes tienen potestad para decidir sobre el futuro de estos particulares centros culturales?

rainwoman dijo...

Bella reflexión

Manuel dijo...

Este tipo de reflexiones son necesarias, y en Canarias más. Gracias

Olga Martín dijo...

Quizás la barbarie sea evitable. Algún día...

Olga Martín dijo...

Quizás la barbarie sea evitable. Algún día...

Jesús Castellano dijo...

Forma de la barbarie hoy son ciertos gestores culturales con mando en plaza. "Es bella la ruina, como la sinfonía del acabamiento", escribió el poeta Leopoldo Panero. A veces es mejor que los políticos no se ocupen de eso que llaman cultura, salvo excepciones, como usted (a mi parecer). Por cieto, ya se lo pregunté en otra ocasión y se lo vuelvo a preguntar... ¿por qué está usted vetada en el Tea?, ¿por cuestiones culturales?

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que todo conjunto de actos y hechos humanos, sean o no barbaries, pueden requerir de una comprensión desde el punto de vista cultural. También de que una política cultural ha de ser lo más amplia posible si bien ha de encontrarse sus formas para acotarse, lo cuál me imagino debe ser algo bastante complicado. Lo que sí queria añadir de forma particular era que productos como el Tanque o el Matadero son tan solo ejemplos concretos de cómo recomprender un lugar y un espacio. No creo que todo aquel sitio que haya sido llevado hacia una barbarie tenga que irreductiblemente seguir esa senda. Sería muy peligroso justificar en nombre de la cultura la manipulación de todo aquello que se nos pase por delante.

Anamaria dijo...

Querida Dulce. De nuevo, muchas gracias por tus palabras. De nuevo, has sabido hilar a la perfección la actualidad política con tus bellas reflexiones.
Sólo tengo una duda: ¿Por Walter Benjamín te refieres al de la calle Heraclio Sánchez?

Un abrazo.